Es normal que las parejas no estén de acuerdo en todo y que, en ocasiones, debatan o discutan sobre temas cotidianos, pero de forma constructiva, desde el diálogo, la escucha y el respeto mutuo. Efectivamente esto es lo deseable, aunque en muchas ocasiones se convierte en una utopía.

Cuando los problemas aparecen, cuando la pareja tiene dificultades de comunicación, cuando mantienen una situación permanente de conflicto, cuando las peleas se repiten y aparecen los gritos, inevitablemente alguna de estas situaciones se producirá en presencia de los hijos.

Esto les afecta y muy negativamente. Si observáis el comportamiento de vuestros hijos, os daréis cuenta de cómo repercute en ellos vuestros problemas y vuestro estado de ánimo.

Además, los niños aprenden por imitación. Es lo que llamaríamos “aprendizaje por modelado”. Recordad que vuestros hijos aprenden lo que ven y que vosotros sois sus modelos.

Los modelos agresivos harán que el niño o adolescente pueda llegar a desarrollar también conductas agresivas, individualistas o llegue a convertirse en una persona introvertida, resentida e incluso depresiva.

Se ha comprobado que los niños que están expuestos a continuas peleas en sus casas, pueden llegar a tener problemas de control de impulsos y de sus emociones y ante cualquier situación de estrés, reaccionan con gritos y se exaltan con facilidad.

Cuando discutes delante de tu hijo no eres realmente consciente del daño emocional y psicológico que le estás causando.